Disparos retrata la violencia y la esperanza bajo la mirada de ex alumno de Faro de Oriente
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Jair Cabrera tenía 17 años cuando por recomendación de su hermano entró al taller de fotografía que desde hace más de una década y media imparte Jesús Villaseca en la Fábrica de Artes y Oficios (Faro) de Oriente. Oriundo de Iztapalapa, Ciudad de México, su vida en medio de la violencia y la falta de oportunidades dio una vuelta de tuerca al encontrar en cada disparo hecho con la cámara, su verdadera pasión.
Es a través del seguimiento en los últimos cinco años de la carrera emergente como fotoperiodista de Jair Cabrera y del trabajo comprometido de Jesús Villaseca para ganarse con la cultura a jóvenes vulnerables, que el documental Disparos (2018), una coproducción México-España dirigida por Elpida Nikou y Rodrigo Hernández, retrata un caso de esperanza en medio del recrudecimiento de la delincuencia en el país.
La cinta de 71 minutos forma parte de la selección oficial de la Gira de Documentales Ambulante 2019 que tras su paso por Veracruz, Querétaro, Puebla, Coahuila, Jalisco, Chihuahua y Oaxaca llega de manera gratuita a la Ciudad de México con presentaciones en los Faros Aragón y Tláhuac (sábado 4 de mayo), de Oriente (11 de mayo), recintos de la Secretaría de Cultura capitalina, y las Islas de Ciudad Universitaria (14 de mayo).
En agosto de 2019 el documental también se proyectará en el Berlin Indie Doc Fest, festival hermano del IDF de Ámsterdam y IDF de Nueva York que brinda una alternativa asequible para cineastas documentales independientes de todo el mundo que buscan llegar al público de las grandes ciudades.
En entrevista, los realizadores indicaron que se trata de su primer largometraje para cine, el cual surge del interés por documentar el taller de Faro de Oriente, del que tanto habían escuchado y donde Villaseca, Premio Nacional de Periodismo 2003, ha guiado a muchos de sus alumnos en el camino a convertirse en fotógrafos profesionales.
“Empezamos a ver que los resultados que provocaba (Villaseca) en sus alumnos, en un entorno de exclusión, era maravilloso. Los jóvenes no solamente encontraban una profesión sino una forma distinta de ver la vida”, describe Rodrigo Hernández.
Tras un periodo de búsqueda, propusieron a Jair Cabrera el documental por ser un caso que simbolizaba los resultados del taller, pero también por la labor que él llevaba haciendo durante ocho años como fotógrafo de su barrio, en la periferia de la ciudad, y como novel fotorreportero de nota roja en un diario nacional.
Disparos toca “un tema muy importante para México en este momento, que es cómo los reporteros y periodistas sufren ellos mismos la violencia que se ha generado en todo el territorio al momento de intentar informar lo que está sucediendo”, abunda Elpida Nikou.
La fotografía como resistencia y forma de vida
Acerca del proceso de realización los directores reconocieron el apoyo de los protagonistas, quienes se han convertido en parte de su equipo de trabajo, para filmar en Iztapalapa sin mayores dificultades. Al respecto, el propio Jair Cabrera relató que Elpida y Rodrigo siempre consideraron su opinión sobre los rostros que aparecerían en el montaje final.
“Al principio lo único que impedía la confianza con mis amigos retratados era la cámara, por las diferentes cuestiones a las que se dedican. Después entendieron que así como hay un pintor y un plomero, yo era el fotógrafo del barrio; que solamente quería documentar mi entorno y que no me iba a ir y dejar toda una vida por estas cuestiones”, comenta.
Conforme el filme avanzaba, los signos de esa violencia agudizada que Jair había capturado en imágenes, como la de un cadáver colgado en el puente de Iztapalapa (elegida por la revista Time entre las mejores cien de 2015), llegaron a él cuando junto con otros periodistas fue privado de su libertad en mayo de 2017 en una cobertura en el estado de Guerrero.
“La historia evolucionó de manera automática porque, desgraciadamente, me fueron pasando cosas durante la grabación, mi vida fue cambiando con cosas positivas y otras no tanto, como lo que me pasó en Guerrero”, lamenta el fotógrafo especializado en movimientos sociales, narcotráfico y migración.
A pesar de las malas vivencias, Jair celebró la transformación del documental al retomar la problemática de violencia “cada vez más extrema en el entorno en que vivimos, agarrando lo positivo. Al final la violencia pasó y a mí sólo me tocó retratarla y vivirla como otros muchos, porque está en todos los niveles y profesiones”.
En cuanto a las proyecciones de Disparos en espacios públicos, opina que son una oportunidad para que junto con Elpida, Rodrigo y Jesús transmitan a la gente un mensaje de resistencia. “En nuestro caso es la fotografía, pero puede ser cualquier otra cosa que demuestre que sí hay una vida alegre en lugares conflictivos y acciones que contrarrestan la violencia con una visión positiva”.
Así considera que lo transmite Jesús Villaseca al enseñar fotografía a los jóvenes en Faro de Oriente, “además de que compartimos experiencias y conoce los códigos callejeros en los que nos envolvemos todos los días los que vivimos en la periferia de la ciudad”.
“Lo vemos más como un amigo, porque entiende los problemas por los que puedes estar pasando, y los entiende no porque los haya leído, sino porque él los vivió. Cuando conoces a esa persona que viene creciendo de la misma manera que tú y salió adelante con las mismas carencias, eso es lo que te engancha, ¿no? Me encantaría que hubiera más Jesús Villaseca en estos lugares”, agrega.
Disparos, de Muzungu Producciones, contó con el apoyo del Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (FOPROCINE), de la Secretaría de Cultura federal, y del Fideicomiso para la Promoción y Desarrollo del Cine Mexicano en la Ciudad de México (PROCINEDF), de la Secretaría de Cultura capitalina.
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